martes, mayo 09, 2017

Experiencias musicales entre el sueño y la realidad

Soy un gran atesorador de experiencias musicales: esas veces en las que un momento especial va acompañado de una banda sonora perfecta para la ocasión.

Y luego, recuerdas ese momento para siempre.

Por ejemplo, sonaba I Follow Rivers de Lykke Li mientras nos comíamos la última pizza en Sidney, unos días antes de volvernos a España, cuando sabes que te queda poco y que vas a echar ese sitio de menos.

Forever Young de Alphaville también me recuerda a Australia, especialmente esa tarde de vuelta en autobús desde el zoo. Si eres un vejestorio, la melancolía de esta canción te toca la patata, porque secretamente quieres justo eso... ser eternamente joven.

O el First Day of My Life de The Rasmus sonando en el jardín de Manu cuando estudiaba en Portsmouth, en aquellos tiempos de juerga todas las noches.

Pero, ¿y esas veces que estás escuchando música, te quedas dormido y luego te despiertas con el disco todavía sonando, y lo escuchas... diferente?

Cuando digo "diferente", es como si lo escucharas con las puertas de la percepción totalmente abiertas, sin filtro. En ese momento, sabes que estás en un estado de percepción alterada; la música te mece de forma mágica y te transporta hasta que acaba la canción, y a veces se mantiene hasta la siguiente.

Y te parece la sensación más maravillosa del mundo.

Esto me dice que no solo es cosa de la canción en sí, sino más bien de tu propio estado (quizás de hipnosis). Lo cual me parece fascinante: ¿te imaginas poder controlar este estado mental y vivir experiencias mágicas a tu antojo? ¿Revivir esa sensación que tuviste de pequeño en un momento concreto y llevarla al momento actual?, ¿esa sensación que hoy en día solo te viene fugazmente, por ejemplo, al oler algo que te recuerda a tu infancia?

¿No podrías acaso transformar tu vida, cómo la percibes, dominando esta "pequeña" habilidad? ¿Estaríamos hablando de un estado de flow musical si tenemos en cuenta las teorías de Mihaly Csikszentmihalyi?

Es una idea que me tiene obsesionado.



Por ejemplo, que recuerde ahora mismo, esto me sucedió con:

- Dream Brother de Jeff Buckley,
- 20 Minutes/40 Years de Isis,
- Procol Harum,
- la segunda parte del Bilateral de Leprous,
- algúna canción de Porcupine Tree,
- el IV de Led Zeppelin,
- el Aenima de Tool.

Y cuando era más heavy, también me pasó con:

- el Paradox de Royal Hunt,
- varios discos de Symphony X,
- varios discos de Angra.

Claves para entrenar esta habilidad:

1. Escucha música con auriculares en la cama, a ser posible, de los grandes, para que cuando te quedes dormido, gires la cabeza y te despiertes mientras suena la música.

2. Elige algo que no tengas muy escuchado, o incluso que no hayas escuchado nunca.

3. Mientras te quedas dormido, concéntrate bien en la música, en los diversos instrumentos, etc. Conviértelo en un momento de placer.

martes, abril 11, 2017

Más heavy que cagar hachas

Cuando le pones a tu hijo de un año y medio el Rust in Peace de Megadeth y se pone a saltar y a brincar, y aplaude al final de cada canción, es que algo estás haciendo bien...


Vale que ahora Dave Mustaine se parezca un poco al de los Morancos y que vote a Donald Trump (¡estoy seguro!). Vale que creara su grupo solo para dar por culo a Metallica.,,

El hecho es que nadie me quitará esos años de air-guitar en mi cuarto poniendo la boca chocho del Mustaine mientras hacía playback. De esas veces en las que tus padres entran por detrás a tu cuarto sin que te des cuenta y se encuentran con el numérito que tienes montado...

Qué tiempos, ¿eh?

El caso es que ahora vuelvo a sentirme libre de repetir esa misma escena con Álex sin que me mire raro.

Sí, ¿qué pasa?