lunes, marzo 31, 2008

El gran Al Swearengen (Deadwood)

Al Swearengen quiere conocer en persona al chino de San Francisco que acaba de llegar a Deadwood, ya que su llegada puede afectar a los negocios que se trae entre manos. Para ello, acude al irascible Wu, pues él también está interesado en deshacerse de la competencia.



—Tengo que conocerlo, Wu.
—¡Chupapollas!
—Chupapollas de San Francisco.
—Tengo que conocerlo.
—¡"Sweagen" y chupapollas de San Francisco, conocer!
—Chupapollas de San Francisco y "Sweagen"... tienen que conocerse... Tengo que conocerlo, Wu. Tengo que ver qué contactos tiene el jodído.
—¿Judío?
—Tengo que ver qué contactos tiene el jodido chupapollas de San Francisco.
—¡Judío! —Señala a los judíos por la ventana—. ¿¡Judío!?
—No, no, Wu, judío no.
—Judío.
—No, no, olvida a los judíos.
—No judío.
—Olvida a los judios.
—No "Sweagen", no chupapollas de San Francisco, no judío. "Sweagen" y Wu, ¡Heng gai! (*)
—Wu y "Sweagen", Heng gai.


(* Hermanos, socios.)

Al, te echo de menos. Espero que algún día se decidan a hacer una cuarta temporada o sacar la película de una vez por todas, algo a lo que se lleva dando vueltas mucho tiempo.

domingo, marzo 30, 2008

Déjame morir


Kurt se pregunta durante cuánto tiempo podrán mantener la cabeza con vida. "Cuarenta y ocho... cincuenta horas como mucho", contesta Bill. Kurt aún se muestra reticente a apoyar el demente plan de Bill de trasplantar la cabeza de su novia, Jan, en un nuevo cuerpo; solo tiene que reparar en la inutilidad de su deforme brazo trasplantado para tener sus dudas, pero ahora con el nuevo suero es posible que todo funcione... Bill abandona el laboratorio y se dirige a un club de strip-tease en busca de un nuevo cuerpo para su novia.

Entretanto, Jan, hace buenas migas con el ser que está encerrado en el armario. Se da cuenta de la vida que le espera y odia a Bill por no haberla dejado morir. El monstruo le dice que tienen algo en común; él también es un experimento de Bill. Kurt acude al laboratorio tras oir la voz de la cabeza.

—¿Qué hay encerrado tras esa puerta? —le pregunta Jan.

—El horror. Algo que una mente normal jamás podría concebir. Algo más terrorífico que tú.


—No lo creo, mi deformado amigo. Como todo en esta vida, hasta lo atroz tiene su límite. Mírame.


—Los caminos de la experimentación se bifurcan en montañas de estimaciones equivocadas, y a veces acaban perdiéndose en lo erróneo y lo oscuro —responde Kurt—. No es más que un montón de miembros trasplantados y brazos amputados a los que Bill dio vida tras experimentar con el nuevo suero.


—Eso es
imposible —dice Jan, la cabeza con vida que flota en un recipiente.

La verdad es que ¡adoro estos diálogos de serie Z!