domingo, agosto 19, 2007

Solaris (Tarkovski, 1972)

Basada en la novela del mismo nombre de Stanislaw Lem, Solaris usa la ciencia-ficción para hablar del amor y de las relaciones humanas como pocos lo han hecho. Solaris es un planeta cuyo océano se alimenta de las ondas cerebrales de aquellos que entran en su órbita y crea réplicas exactas de lo que hay en sus mentes. En este caso, el planeta crea una réplica de la fallecida esposa de Kris Kelvin, Hari, una copia capaz de sentir, amar e incluso recordar escenas de una vida que no es la suya, atormentada por no saber qué o quién es. Kris es un hombre al que la ciencia le ha hecho olvidar que es lo que realmente importa en la vida y es ahora cuando realmente se empieza a dar cuenta.

Los planos del planeta y la fría estación espacial se enfrentan a aquellos más humanos: la naturaleza, los recuerdos del hogar y la familia, una pintura...

Solaris es poesía visual, diálogos inmensos para la reflexión y una experiencia catártica. Es de esas películas que nos tocan por dentro y a la vez nos recuerda qué somos y dónde estamos.


Kris y Hari, gravedad cero



Dr. Snaut: En realidad no queremos conquistar el espacio; queremos prolongar la Tierra hasta el infinito. No queremos otros mundos; queremos un espejo. Buscamos conectar con otras formas de vida, pero nunca lo lograremos. Estamos en la posición estúpida de un hombre que anhela conseguir una meta a la que teme, que en realidad no quiere. El hombre a quien realmente necesita es al hombre.